Hoy he vuelto a recibir un aluvión de quejas de mi cliente.
Bueno, esta vez no se trata de mí. Se trata de un vendedor David.
Hace dos meses, hizo un pedido de máquinas a la empresa de David. Pero su viaje de compras no parecía ser un camino de rosas, y desafortunadamente dio tumbos durante todo el trayecto, hasta ahora.
Todo empezó el día en que David había prometido una máquina terminada para su inspección, pero cuando mi cliente voló 10 horas hasta sus instalaciones, lo que le abrazó no era más que una línea inconexa a la espera del montaje final
Debido a ello, tuvo que hacer un cambio de horario no deseado para una estancia más larga. (Itinerario interrumpido)
Entonces la máquina bajo PRÁCTICA COMÚN de David enviado en paquetes sin someterse a la fumigación requerida por la aduana, fue capturado y pidió un retorno de carga y fuertes multas.
Fue entonces cuando empecé a preguntarme si esta empresa cumplía las normas profesionales. Bueno, debería haber sido un alivio después de la costumbre problema resuelto, pero esto no era el final de la historia.
Lo que más disgustó a mi cliente fue el elevado coste de la comunicación con David. Cuando se le pedía orientación sobre el funcionamiento, no tenía ni idea de convertir las palabras esquivas en vídeos visualizados o imágenes ilustrativas para una instrucción más clara.
No se espera que un vendedor sea sólo un repartidor de mensajes, por desgracia David lo es, y lo hace fatal.
La verdad es que los compradores están viendo a sus proveedores no como simples vendedores, sino como un activo clave en la realización de su estrategia empresarial. Y sólo tiene sentido cuando participa la persona adecuada.
“Biz es todo sobre la gente. Ojalá te hubiera conocido antes”. Tecleó.
